Spotify sustituye a la radio, Netflix sustituye a la televisión, la nube al usb y Airbnb a los hoteles grandes. Como estos hay diversos ejemplos de cómo la modalidad de consumo ha cambiado radicalmente por las preferencias de las nuevas generaciones. Airbnb es una plataforma que te permite encontrar alojamiento en cualquier parte del mundo a un precio accesible. Este alojamiento puede ser en una casa o en un departamento, por lo que inevitablemente surge la pregunta ¿Qué pasa con los hoteles? ¿Las personas dejarán de buscar un hotel y eligirán en cambio esta opción? Según el diario la Vanguardia, Airbnb se ha convertido en una de las plataformas de alojamiento más grandes del mundo, ya que cuenta con 4.5 millones de anuncios. Sin embargo, Airbnb ha recibido múltiples quejas por parte de cadenas hoteleras, empresas del sector de turismo, y el público en general.

Los cuestionamientos surgen a partir de ola de millennials que sin pensarlo dos veces reservan la casa de un desconocido para pasar la noche. Aunque esto puede resultar, como no, es importante plantearse, ¿qué es un hotel y en qué se diferencia a un alquiler de un espacio?

Evaluemos el proceso, considerando que usted como lector es el que requiere el servicio. La primera opción será, en este caso, optar por Airbnb. La dinámica es sencilla, entra a la web, elige un espacio y reserva. Poco tiempo después se contacta con el dueño, quien le dice lo que puede y no puede hacer en este espacio y hace uso del mismo.

El panorama es distinto en un hotel de cuatro o cinco estrellas. Reservar una habitación es más que disponer de una cama king para dormir o de un cuarto con ducha española. Es una experiencia. Empieza con un gesto sencillo: ahí está esperándote, le dicen Botones, pero en realidad es el amigo que se aprendió tu nombre en un solo día y que sabe qué platos pedirás en el restaurante y conversa contigo mientras te ayuda con el equipaje. Llega la mañana, el desayuno deja de ser una preocupación cuando te encuentras con un festín gastronómico que siendo buffet te permite degustar de todo lo que quieras y puedas comer. Empiezas tu excursión y no saludas al recepcionista sino al guía turístico personalizado que te contará qué rutas seguir, te dará consejos y recomendará lugares que no puedes dejar de visitar en tu estadía. Por dentro, tal vez, el hotel se asemeja a un parque de diversiones para adultos. Los servicios con los que cuenta pueden ser muy atractivos, desde room service, hasta spa, piscina, jacuzzi, gimnasios, entre otros. Un sinfín de actividades para tan poco tiempo. Es una lástima. El check out, es un hasta luego, pero que se concreta con una promesa de volver pronto para disfrutar de esa experiencia nuevamente.

Airbnb, es ahora una forma distinta e innovadora de conseguir un espacio rápido, pero, como lo hemos visto, no parece desplazar al hotel. Más que una nueva opción, es un estilo distinto, un enfoque distinto y aumenta el bagaje de opciones para el consumidor. Todo depende de qué es lo que se busca, qué preferencias se tienen y qué experiencia se quiere vivir. Uno no es mejor que el otro. De hecho, en un futuro podrían llegar a complementarse.

Finalmente, este fenómeno tecnológico es una exigencia para el mundo hotelero, es un aviso, un llamado a la puerta, para que se actualice cada vez más con cómo los viajeros jóvenes experimentan los viajes, las tendencias y ofrezca a sus huéspedes una mejor experiencia. ¿Quiénes serán los ganadores en esta batalla a fuego? Nosotros, los consumidores.

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